martes, 28 de enero de 2014

Reduzcamos la Huella CO2

Hoy, 28 de Enero, se ha elegido como día de la reducción de CO2 (Dióxido de Carbono) y es nuestra oportunidad de recordar algunas cuestiones relacionadas a esta molécula que afectan nuestra vida y nuestra tierra.

En principio debemos tener en cuenta que la liberación de CO2 al ambiente tiene dos fuentes: una es la natural como puede ser una erupción volcánica o los incendios forestales; pero la principal y mayor es la antropogénica, es decir, provocada por el hombre principalmente por la quema de combustibles fósiles, petróleo, gas o carbón para energía.

El uso de fuentes de energía provenientes de combustibles fósiles como se utiliza en fábricas, transporte y también el consumo doméstico de aparatos eléctricos, son los causantes de la exagerada liberación de CO2 al ambiente y a los océanos, y las consecuencias son principalmente dos:

  • En los océanos se produce una acidificación afectando así muchas especies
  • Contaminación atmosférica que deviene en el Efecto Invernadero que tiene su expresión en el cambio climático.

¿Cómo podemos reducir nuestra huella de Carbono?

El compromiso de Reducción de la Huella de CO2 es un proyecto que insta a empresas,
gobiernos y pueblos a asumir la responsabilidad de disminuir el consumo que lleva a la expulsión de CO2, y a reemplazar el consumo usual de combustibles por energías alternativas sustentables y amigables con el medio ambiente (que incluso resultan ser más económicas), así como elegir productos que hayan optado por medidas de reducción en su elaboración.

En nuestro sur Argentino, desde la Fundación Patagonia Natural se promueve una sensibilización desde esta perspectiva de Reducción de la Huella de CO2, brindando información y ofreciendo datos para disminuir el consumo de bienes y mercancías que colaboran con las emisiones de Carbono.

La Tierra es nuestro hogar y bien sabemos que no podemos vivir en paz y armonía cuando colaboramos con su destrucción o nos dejamos vencer por aquellos intereses que poco tienen en cuenta la naturaleza y su salud. Es nuestro deber como sus habitantes luchar por nuestra Madre Tierra para lograr una verdadera paz y equilibrio entre nosotros y con la naturaleza, el compromiso empieza cuando entendemos que somos gracias a ella.


Por Elisa Feiock

lunes, 27 de enero de 2014

“Un Día en Casa MANU es un Día de Milagros en Acción”

Entrevista a Silvia Casas, directora de la ONG Casa MANU


“Manu llegó una tarde soleada de julio. Lo recibí en la vereda de mi casa, envuelto en una manta celeste y con apenas 22 días. Lo vi como un pequeño cachorro humano muy vulnerable. En ese encuentro no sentí que su presencia cambiaría la vida de tantas personas… y la mía en particular.”
Si estas palabras calan en lo más profundo, la historia de quien las pronuncia, mucho más. Se trata de Silvia: Una mujer con una fortaleza y un bagaje de experiencias que es inspiración pura. 
Casa MANU – Mucho Amor Nos Une - es más que un simple lugar de paso para los niños con VIH/SIDA. En términos de Silvia Casas, fundadora y directora de la asociación, se trata de una “familia argentina con 19 chicos”. 

El nombre de esta ONG no fue elegido al azar. Remite a Emanuel, una persona muy especial para Silvia. Es su hijo del corazón, portador de VIH, que pese a sus cortos 8 años de vida alcanzó lo que no todos logran: transformar a quienes lo conocieron. 

Mirando en perspectiva, ¿cómo percibís el correlato que existe entre tus experiencias de vida y la posterior creación de Casa MANU?
Mi experiencia de vida creció con la experiencia de vida de él. Hoy, 15 años después de su muerte, sé que vino a nosotros para dejar este mensaje, para que plasmemos esta obra. Nada de esto sería posible si no hubiera tenido a Manu en mis brazos, expresa Silvia, quien hace 11 años está al frente de esta causa. 

Al redefinirse la familia por la llegada de Manu, ¿cómo describirías el vínculo que se generó entre ustedes? 
Manu nos ayudó a superar el temor a lo desconocido, a generar espacios de encuentro y a entender una paradoja: tener a él con nosotros, saber que era sólo un préstamo y, a pesar de todo, vivir siempre en un estado de felicidad plena.

¿Cómo es la cotidianeidad, el día a día en la convivencia de esta gran familia que es Casa MANU? 
Un día  en Casa MANU es un día de milagros en acción, como decía la Madre Teresa de Calcuta. Es la cotidianeidad de llevar adelante una casa con 19 niños/as con diferentes particularidades, pero unidos por la situación de abandono social. Son hermanos, pichones heridos que se necesitan y nos necesitan. 
“Hay algo común en las historias -cuenta Silvia-. Cuando los chicos llegan al hogar, los primeros días pasan por el baño sin mirarse al espejo, no se reconocen, no están, no existen ni para ellos mismos. Cuando vemos que empiezan a peinarse frente al espejo decimos: Ya está, empezó nuestra tarea”.

El relato anterior expresa con claridad la lucha emprendida por la asociación para lograr la integración de los niños. En relación a esto, Silvia nos cuenta: “La sociedad ha cambiado su mirada respecto al VIH, pero los niños/as siguen siendo la gran deuda. Hay pocos programas de ayuda destinados a la incidencia del VIH pediátrico. Aún falta comprender que estos chicos crecerán, estudiarán, trabajarán, amarán y serán amados. El SIDA ya no es sinónimo de muerte. La sociedad tiene que estar dispuesta a integrarlos y brindarles el lugar que les corresponde“.

Porque, como dice Silvia, “las cadenas solidarias se construyen con la sumatoria de eslabones”, te acercamos la siguiente información de utilidad: 
  • ¿Cómo puedo colaborar?

Acercando donaciones (alimentos frescos y no perecederos, pañales).
Involucrándome en el programa de voluntariado y/o padrinazgo.
Asociándome con una  cuota mensual.
  • ¿Cómo me contacto?

Dirección: Weiman 670 (Monte Grande - Buenos Aires)
Teléfono: 011- 4281-1116 
E-mail: informes@casamanu.org.ar
Más información en: http://www.casamanu.org.ar/


Esto es MANU. 
Que Mucho Amor Nos Una, siempre. 


jueves, 23 de enero de 2014

¿Discapacitados e inactivos? ¡Imposible!

Una reflexión sobre los sistemas educativos y laborales.


El día había sido largo y me dolían los pies. Sin embargo, ahí estaba, firme, en una clase de economía. La profesora iba y venía dibujando conceptos sobre el pizarrón, aclarando dudas. Luego de desplegar un cuadro sobre bienes y servicios, comenzó a hablar sobre la manera en la cual producimos. Es decir, la forma en la que explotamos los recursos naturales, los medios que utilizamos para ello, etc. Como pilares fundamentales señaló la Tierra, el Capital y el Trabajo.

Para ese entonces, el reloj marcaba 21 horas con 30 minutos. Tras detallar las primeras definiciones y dar ejemplos, habló sobre el Trabajo hasta desembocar en la población. Ésta, según nos contó, se clasifica como activa e inactiva. 

Dentro de la primera clasificación, se encuentran los individuos ocupados (que trabajan) y en la siguiente los desocupados (que no trabajan). El número total se saca a partir de ambas categorías. Esto se hace porque la creencia señala que, en un momento próximo, volverán al mercado laboral.


Las palabras de la profesora salían mecánicamente de su boca, aunque con cierta dulzura. Al llegarle el turno a la población inactiva, una lista más larga apareció entre las flechas: jubilados, niños, amas de casa, estudiantes y discapacitados, entre otros.

No coincidí con amas de casa, ni tampoco con discapacitados. Lo de amas es personal. Mi madre es una ardua trabajadora independiente, que mantiene el hogar y genera sus ingresos. Esa idea de “ama de casa” me parece muy antigua, además de referir a una concepción machista.

En cuanto escuché que las personas con discapacidad también eran consideradas inactivas, una mezcla de impotencia y vergüenza me invadió entera. ¿Cómo es posible que la sociedad siga creyendo en estas cosas? ¿No es momento de actualizar los contenidos, de cuestionarlos?

Una persona con discapacidad tiene sus tiempos. Es preciso entender que esto no los hace menos capaces que nadie para laburar. Todos tenemos la posibilidad de ser y creo, sinceramente, que debe ser horrible que una gran parte de la sociedad te quite eso por verte como alguien diferente. ¿Acaso no lo somos todos?

Pero hay personas y personas. Por eso será que existe Cascos Verdes, una asociación civil sin fines de lucro que trabaja a favor de la inclusión social y la conservación ambiental. Según lo que aclaran en su web, “creen que para lograr una sociedad más inclusiva y amiga del medio ambiente, es necesario el compromiso y la participación de todos los miembros de la comunidad”.

Lo que hace Cascos Verdes es dar oportunidades a personas con discapacidad para que, en dos años, tengan una carrera universitaria relacionada a temas medioambientales. Los chicos y chicas que forman parte de esta propuesta educativa, al terminar, tienen la posibilidad dar charlas en colegios.

Y no se quedan ahí. Dos de los chicos que pasaron por CV, hoy trabajan en empresas argentinas de primer nivel. Una de ellas es Peugeout Citroen, que contrató a Analía Ceballos. Ella trabaja haciendo liquidaciones de haberes, además de encargarse de la atención de personal.

¿Sorprendidos? Pues deberíamos no estarlo. Deberíamos hacer de esto algo normal. Ell@s tienen los mismos derechos que nosotros, aun cuando sean discapacitad@s. Deberían poder ser parte de ese sector activo, que trabaja y genera ingresos. Que trabaja y crece. Deberíamos apostar por nuevos sistemas educativos, que incluyan a tod@s aquell@s que quieran estudiar y ser.

Esto no es creer ni reventar. Es real y está pasando. Puede que la utopía en su totalidad sea irrealizable, inabarcable o lo que se quiera. Pero al menos sigamos caminando, sigamos en movimiento por el cambio, que hay mucho por construir.




martes, 14 de enero de 2014

Un Poder Olvidado

En la orilla de un nuevo año estamos. Depositando esperanzas en el 2014, anhelando que este año sea mejor que el que despedimos. Confiando que este será nuestro año, que viviremos momentos increíbles, que algo oculto y secreto nos está esperando, que entre todos podemos lograr un mundo mejor. Una suerte de preludio, donde anticipamos con fervor y seguridad todo lo que vendrá o mejor dicho lo que deseamos que venga -y me incluyo-. Sin embargo, tengo la sospecha de que estos deseos se desvanecen momentos después de un brindis, unas vacaciones o cuando todo vuelve a su marcha habitual.

Desear buenos augurios es la representación de que aspiramos a otra cosa, y eso no se cuestiona. Como personas pretendemos evolucionar en todos los aspectos de la vida. Curiosamente a nivel social a veces estamos un paso atrás. La mayoría de la gente reacciona igual: “Es muy poco lo que yo puedo hacer” o “¿Qué voy a hacer desde mi lugar?”. Me consta, porque he escuchado esa frase muchas veces, en esas conversaciones en las que solemos quejarnos de tantas cosas. Y siempre pienso que hay en nosotros un poder olvidado. 

Todos ocupamos un lugar en el mundo, sin excepción. En 40 centímetros cuadrados somos influyentes. ¿Qué significa influyentes? Que si hacemos algo distinto de lo habitual algo cambiará, así sea nada más que en esos 40 centímetros. Pero si diez personas hacen lo mismo ya son cuatro metros y si lo hacen 100 son 40 metros. El mundo mejora o empeora desde nosotros, desde nuestras actitudes. Es erróneo esperar que cambien las cosas para estar mejor. Se trata de actuar mejor para que las cosas cambien.

Y esas actitudes van desde lo más simple como: decir gracias, hacer algo sin esperar recompensa, abrazar a tus padres, escuchar, dar el asiento en el colectivo o subte,  o sumarse a las acciones de una ONG. Y eso decidí hacer este año, sumarme a Proyecto Pura Vida. Desde mi humilde lugar hago lo que puedo y eso me llena de gratificación. Como verán son PEQUEÑAS acciones, sólo se trata de  seguir haciéndolo, de alentar a otros, de correr la voz y de convertir estas pequeñas acciones cotidianas en una forma de estar en el mundo. Aunque no lo parezca, solo con eso lo habremos dejado mejor de como lo encontramos. Pequeñas acciones multiplicadas por mucha gente dan como resultado grandes cambios; como exponía Einsten: -“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”-. Asi cuando brindemos el año próximo agradeceremos por la labor cumplida, y los deseos ya no serán deseos, sino hechos.



Por Sofi Sanz

martes, 7 de enero de 2014

Vamos con toda en el 2014!


Cerramos 12 meses de actividades, talleres, proyectos, campañas y sobretodo de sueños cumplidos. Los resultados del esfuerzo de todo nuestro equipo de trabajo huelen a satisfacción. Poco es dar las gracias. Mucho es saber que hombro a hombro estamos construyendo una sociedad más inclusiva, poco a poco estamos creando consciencia solidaria. Le estamos cumpliendo a los donantes. Le estamos cumpliendo a los beneficiarios de los proyectos. Le estamos cumpliendo a nuestro equipo. 

Las palabras de Ailin Lennard expresan algo de nuestro sentir: “Desde que inicié mi voluntariado en Proyecto Pura Vida, encontré un gran espacio en el cual poner en juego mi pasión por la comunicación y colaborar con una noble causa: pregonar la conciencia solidaria. Descubrí que, gracias al trabajo en equipo, se puede construir y transformar la realidad desde el lugar en el que estamos”. Estas confesiones nos animan a proyectarnos con mucha energía en el año que arranca. 

Nuestros corazones palpitan fuerte al pensar en todo lo que se viene. Le apostamos a tejer redes y crecer juntos. Nos desvela la idea de articularnos con otras instituciones y crear proyectos sostenibles en el tiempo. Ese es el motor que nos mantiene en movimiento. La Comunidad de Hacedores se expande y eso nos hace felices. 

Te invitamos a sumarte! 

Feliz 2014!