martes, 8 de octubre de 2013

Jugar a la Paz

No podemos negar que estamos en tiempos de reflexión y toma de posición sobre todo en lo que respecta a la violencia. Tiempos caldeados de amenazas de guerra, desvalorización de la vida y opresión hacen que se visibilicen formas de agresión como la violencia de género, el bullying o la violencia institucional. Nuestro país hermano Brasil tomó la iniciativa de llevar a cabo un nuevo plan que parece hacerse esperar demasiado en nuestro país: quitar de circulación armas de juguete que se venden para el uso lúdico de millones de niños, sin descartar el uso delictivo. Tal como refiere la subsecretaria de Protección a la Víctima de Violencia del Gobierno de Distrito Federal de Brasil, Valeria de Velasco, las armas de juguete representan lo mismo que las armas reales: violencia, destrucción y muerte. 

Esta decisión es de peso. Es en la infancia en donde se germina y se va consolidando el aprendizaje cultural, donde internalizamos valores y reglas sociales, y no es menor que se proponga algo tan sorprendentemente coherente con nuestra lucha por la no violencia como lo es erradicar las armas en la infancia. Esta propuesta, que entrará en vigencia en el 2014, tiene grandes implicancias ya que como decíamos la infancia es un momento de construcción cultural, y también comienza un aprendizaje que lleva a la naturalización de ciertas pautas y conductas; así, como adultos, creemos que ver a un niño con una réplica de un arma “jugando a matar a otro” es algo normal y entendible, cuando en realidad si lo pensamos en forma de pregunta nos haga dudar un poco, y es que ¿es normal y entendible que un niño con un arma juegue a matar a otro? Al menos tendremos que ser honestos y pensar que no es lo más deseable para una infancia feliz que los niños crean que matar o herir son simples, e incluso divertidas soluciones a conflictos.

Parte de crear un mundo sin violencia, de lucha pacífica por nuestros derechos como comunidad, un mundo de solidaridad y amor, tiene que ver con promover en las nuevas generaciones una infancia de juegos que estimulen estos valores, y qué mejor que lo que se naturalice sea el amor y el respeto a la vida antes que el dolor y la muerte. No está de más mencionar el aspecto de género en esta cuestión, ya que otra naturalización está en función del estereotipo masculino de agresividad y violencia como signos de virilidad, y las armas vienen a integrar ese conjunto de elementos/juguetes que en la infancia definen lo “esperable” de cada sujeto en función de su sexo. Esto representa la doble limitación hacia los niños, asignándole roles estereotipados y a la vez estimulando la violencia como una forma legítima de control y de resolución de problemas.

Regalá juegos para armar, no armas para jugar

En nuestro país hubo una iniciativa parecida a la brasileña pero a nivel local el pasado Agosto por el Día del Niño en la ciudad de Santa Fe. Fue una decisión impulsada por el municipio a través del Consejo Municipal de Promoción del Desarme Voluntario, y constó de una campaña de concientización y sensibilización acerca de comprar y regalar armas de juguete. Esta campaña tuvo como protagonistas al concejal provincial Leonardo Simoniello y la subsecretaria de gobierno Adriana Molina que en plena ciudad repartían volantes y recomendaban a viva voz a la gente que pasaba: “Regalá juegos para armar, no armas para jugar” además de hablar con medios de prensa locales para difundir la iniciativa.

La paz también se contagia

La costumbre del regalo y la naturalización del uso de armas de juguete para diversión infantil va encausándose hacia una saludable alternativa. Tal vez estemos acercándonos cada vez más a la verdadera educación para la paz y el respeto, la equidad y la hermandad, y es por eso que más que nunca debemos tener como principal lucha la revalorización y respeto a la vida por sobre todas las cosas, el amor hacia nuestro mundo e impulsar el cambio desde nosotros mismos para contagiar a todos… y para enseñarles a ellos… los futuros defensores de la paz.

Fuentes: 


Por Elisa Feiock


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